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Como lo fue el oro durante cientos de años, el bitcoin hoy se utiliza como reserva de valor. Y el traficante de drogas irlandés, Clifton Collins, eligió este método para conservar los millones de dólares logrados de manera ilegal. Lo que no esperaba es que lo descubriera la Policía y le confiscara todo lo guardado. El periódico local, The Irish Times, informó era una cifra cercana a 56 millones de dólares.
La historia comenzó cuando las autoridades policiales le encontraron a Collins una cantidad importante de cannabis en su carro, esto durante una parada convencional de tráfico. La investigación condujo a registrar una dirección en un pueblo de Galway y de esta forma descubrir un gran número de plantas de cannabis, éstas supuestamente vinculadas con Collins.
Además de relacionarlo con el mundo de las drogas, se cree que Collins pudo ser uno de los primeros inversionistas de la criptomoneda más famosa. El resto de la aventura, no confirmada, cuenta que habría invertido en las primeras etapas del activo y con ello haber recibido grandes ganancias a raíz de esta inversión.
En ese momento, la Oficina de Activos Criminales (CAB) impuso una congelación de las criptomonedas en un intento de asegurar que no se pudiera mover sin la aprobación del Tribunal. Finalmente, éste decidió considerar la inversión como un producto delictivo, lo cual presumiblemente implicaba que la inversión inicial era dinero obtenido a través de la venta de drogas.
6 mil bitcoins en 12 carteras electrónicas
En gran parte, lo que más llamó la atención al Tribunal fue el monto récord de los activos, caso no visto desde hacía 25 años en CAB. Porque, evidentemente, es muy sospechoso que alguien al que le incautan un plantío de cannabis tenga en su poder más de 56 millones de dólares. Pero más todavía es que los 6,000 bitcoin estén representados en 12 carteras electrónicas. El problema de la incautación reside en que no se puede acceder a las cuentas porque faltan los códigos.
Collins declaró que la razón por la que decidió esparcir sus 6.000 bitcoin en tantas cuentas fue que se sentía un tanto inseguro con respecto a que fuera demasiado fácil para un hacker acceder a sólo una cuenta y robar los activos. Con esto decidido y realizado, Collins imprimió los códigos de las 12 cuentas en una hoja de papel y decidió esconderla en una tapa de aluminio de su caña de pescar que guardaba en su casa alquilada en Galway.
En 2017, Collins fue encarcelado por cinco años. A partir de la considerable sentencia, el propietario del inmueble en el que residía el delincuente fue autorizado a tirar todas las pertenencias de Collins a vertedero. Entre los deshechos enviados a Alemania y China para ser incinerados se encontraban las claves, por lo que la Policía ya no podrá acceder a ellas.
Definitivamente, la historia sale fuera de lo común. Desde la cantidad de bitcoin logrados por el delincuente como la mala suerte de la Policía de permitir tirar los objetos personales del sentenciado y con ellas las claves. Las autoridades ahora sólo esperan lograr lo que hoy se cree imposible: poder acceder a las carteras digitales.
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